martes, 17 de diciembre de 2013

Quam interficere Diabolum

¿Te acuerdas de tu demonio interior? El que te hacía ser borde, el que te decía que intentaras pasar por un machote o por una persona de piedra que no sufre ni padece. Sí, ese que te decía que ser malo es bueno y ser bueno es malo, que no te dejes pisotear sin pisar tú después, que mates en vez de matarte. El que te decía con sus cuchillas de plata que hicieras lo que él quería, el que se posaba en tu hombro y te susurraba maldades. El que te miraba con deseo y le correspondías. La mano que mecía tus sueños impíos de violencia y de pasión. El que quemaba con lupa al resto del mundo.

¿No lo recuerdas? Era tu frustración por los sueños incompletos, los golpes etéreos por cada fracaso, la música diabólica que hacía que... bah, da igual, ya sabes de quién hablo, ¿no? Pues ha muerto. Disfruta de su cadáver frío, de cómo el silencio lo inunda todo, de cómo eres libre. ¿No querías eso? ¿No querías ser libre?

"No tienes un demonio interior, tienes una parte de tu vida resentida con algo. Cura ese algo y quítate el demonio. O abrázale. A él le da igual"

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