Todos conocemos eso de "La religión es el opio del pueblo" que dijera Karl Marx hace un par de siglos. Puede que quizá no todos sepamos que, más que hablar de la religión como una droga adictiva, Marx se refería a su capacidad de "adormecer" el sentimiento revolucionario del pueblo. Pero bueno, eso es otro tema.
Lo que nos interesa (o al menos a mí me interesa) es hablaros de una peculiaridad que, aunque muchos ya sabéis, algunos quizá desconozcáis: el nuevo opio. ¿Es el fútbol? Puede. ¿Es la tele, en general? Muy posible. Pero yo me centro en el que ha dejado de ser el mío desde hace un par de días: Twitter.
La archiconocida red social que todos poseemos y por la que se ha llevado a cabo una labor "revolucionaria" no está haciendo sino atontar al verdadero revolucionario. Quedaba muy bien para decir cuándo era la manifestación (de hecho, sigue siendo útil en ese sentido). Era espectacularmente fantástica para interaccionar con distintos puntos de vista (y sí, sigue siéndolo). Pero, ¿qué aporta activamente? Nada. Menos que eso, engancha a la gente a la silla: miles de personas creyéndose teóricos políticos, con sus opiniones, sus argumentos, sus despotricaciones, sus sátiras, sus sarcasmos, sus defensas de algo, sus ataques a otra cosa... ¿Qué hace sino aumentar el ego? ¿Qué hace sino hacerte adicto al aplauso vía retuit?

Twitter era muy chulo cuando eras un chaval apolítico que quería ver qué era eso del 15M; Twitter era muy chulo si eras un joven que quería investigar sobre cómo es el mundo en que vives y las opciones de futuro que pueden darse en él; Twitter era muy bueno para acercar a gente que tuviera tus puntos de vista; Twitter era muy bueno, sí, pero "era", en pasado.
Publicas un tweet despotricando sobre lo idiota que es ser algo y lo coherente que es ser otra cosa y no lo haces porque quieras que la gente adopte tu postura (bonita ingenuidad), sino para que lo retuiteen. Escribimos para alimentar nuestro ego, para que la gente que piensa igual que nosotros nos dé fama, nos difunda, con la esperanza vacía de intentar llegar a alguien que no piensa como nosotros y, por arte de magia y de 140 caracteres, cambiarle de parecer, volverle uno más de nuestro nuevo enjambre.

Decía Gramsci: "Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza". Os habéis instruido gracias a Twitter, nos ha servido para agitarnos en la calle y nos ha hecho ver quién es como nosotros, quien quiere cambiar el mundo desde la raíz del problema. Organicémonos ahora, es el siguiente paso.
Muy buen artículo, sin duda digno de una profunda reflexión. Enhorabuena
ResponderEliminar¡Buenísimo artículo!
ResponderEliminarFelicidades.
NECESITAMOS KALASHNIKOVS.
ResponderEliminarSOLIDARIDAD.
COJONES.