viernes, 30 de enero de 2015

Epílogo III: Resurrección y Venganza

Digamos que quiero escribirte algo pero que no tengo palabras. Digamos que podría estar toda la vida dándote las gracias, que podría decirle a nuestros hijos lo mucho que te quise en tan poco tiempo o que podría gritarle al mundo que daría mi vida por poder darte un beso, pero me quedaría muy corto. Digamos cosas o no digamos nada, que yo te quiero y tú me quieres y el resto me da igual.

Hay veces que mueres, que el fénix estalla en llamas y se queda en cenizas. Tú cogiste mis cenizas y has hecho que el pájaro vuelva. Eres el Sol y yo soy Mercurio. Te amo. Es una extraña dependencia hacia un par de palabras tuyas. No necesito que tengamos conversaciones de horas o saber todo lo que haces y con quién. No necesito más que dos palabras: "Te quiero". Dime que me quieres y bailaré con muertos y arrasaré ciudades y quemaré conventos y haré rimas cutres en prosa.

Nunca nadie ha controlado tanto mis sentimientos y nunca nadie ha hecho que esté tan bien. Cabrearte me destroza y que me ames me da fuerzas. Tu amor es energía y yo quiero engordar de ti. Soy como Ícaro, pero con alas irrompibles.

Sé mi Sol. Seamos viento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario